Todavía con la valija sin desarmar, les cuento que acabamos de volver del viaje de 15 años de Sofi, una experiencia que esperábamos con entusiasmo y temíamos por partes iguales.
Cuando decidimos emprender este viaje, me surgieron mil dudas. ¿Encontraríamos lugares accesibles? ¿Podríamos manejar los imprevistos? ¿Y si algo salía mal? Estas preguntas me recordaron a aquellas que me quitaban el sueño cuando Sofi era muy chica. ¿Cómo sería nuestra vida? ¿Podría ser la madre que ella necesitaba?
Nuestro viaje comenzó hace década y media, cuando ella llegó a mi vida, cambiándolo todo. Y ahora, tras volver de celebrar sus 15 primaveras, pienso en estos dos viajes paralelos: el de la vida y el que acabamos de completar.
Si tuviera que elegir entre todos los aprendizajes de este recorrido juntas, me quedo con estos que quisiera compartir con vos:
- La planificación es importante, pero la flexibilidad es central: Tanto en el viaje como en la vida, los planes pueden cambiar, y es sumamente importante adaptarse sobre la marcha.
- El mundo es más accesible de lo que creemos y sino, actitud positiva: Me sorprendió gratamente encontrar tantos lugares y personas dispuestos a hacer nuestra experiencia más cómoda y placentera. También encontrarnos algunas personas que no colaboraron en nada, pero… elijo no enojarme. Salir de casa con una silla de ruedas es un gran, gran desafío y prefiero no amargarme el paseo ante situaciones como esa.
- Cada desafío es una oportunidad de crecimiento: Con cada dificultad que enfrentamos, aprendimos algo nuevo sobre nosotras mismas y sobre el mundo. Algunos desafíos sería genial no tenerlos delante, pero si se presentan, a ponerle garra.
- La alegría está en los pequeños momentos: La sonrisa de Sofi al comer helado o al escuchar música, vale más que cualquier atracción turística.
- Somos más fuertes y capaces de lo que creemos: Cada vez que pensaba que no podríamos con algo, encontrábamos la manera de superarlo juntas.
En este Día de la Madre, celebro a cada una de ustedes, guerreras incansables, amores sin límites. Celebro nuestras victorias, grandes y pequeñas, y nuestro coraje para enfrentar cada día con una sonrisa.
Y a mi hija, mi compañera de viaje en esta gran aventura que es la vida: gracias. Por desafiarme a ser mejor cada día, por tu valentía, por tu alegría contagiosa.
Feliz Día de la Madre a todas.