Cuando un niño tiene dificultades para llevar adelante cualquiera de sus ocupaciones diarias, desde lavarse la cara hasta su escolarización, incluso a la hora de jugar, es recomendable comenzar un tratamiento que brinde herramientas para sortear esas complicaciones. De igual forma ocurre con el niño que presenta un desorden sensorial que le impide procesar correctamente la información del entorno que lo rodea. Su sistema nervioso no puede asimilar estímulos a través de la vista, el oído, el olfato, el gusto, el movimiento o el tacto. Para favorecer su desarrollo y encausar sus actividades cotidianas, se acude a terapia ocupacional. Por eso, charlamos con Paola Arrieta, profesional y colaboradora de Zona de Sentidos, que nos brindó distintos consejos y consideraciones para ayudar a padres e hijos en la tarea de una estimulación enriquecedora.
¿ Como se vincula el juego con la terapia ocupacional ?
El juego del niño es super rico siempre. Tanto en niños sin discapacidad como en niños con discapacidad. Hay que brindarles todos los juegos posibles para que crezca su imaginación, que explore, dependiendo de la edad que tenga y de sus limitaciones. En el caso de chicos que no puedan explorar por sus propios medios el ambiente, uno le acerca el objeto y lo coloca en sus manos o se le pasa por los brazos, por las piernas, para que pueda experimentar todo aquello que un chico puede descubrir al deambular libremente.
También es importante trabajar causa – efecto para que el niño tenga conciencia, de algún modo, que es capaz de producir algo. Una opción básica y sencilla para trabajarlo es utilizar timbres que al apretarlos emiten un sonido, hasta llegar a las habilidades más complejas para involucrarse en el juego. De eso dependerá ir ofreciéndole más variantes. De ahí en adelante se puede utilizar el juego de roles, los juegos típicos de la cocina, la mamá. En terapia ocupacional la intervención es siempre en base al juego.
¿Cómo se vinculan los padres con el tratamiento terapéutico para que pueda continuarse en casa?
Considero muy importante compartir con los papás lo hecho y al terminar la sesión contarles qué estuvimos trabajando. Hay niños con los que durante meses recurrimos al mismo juego, justamente por la dificultad que tienen. La idea es tratar, de algún modo, de incorporar esa rutina lúdica, por eso es muy valioso que los padres puedan también hacerlo en casa. Es cierto que hay papás que tienen el tiempo para jugar con su hijo, pero hay otros que no. En ese caso, las recomendaciones y líneas de tratamiento se transmiten también a la persona responsable que lo cuida para darle continuidad al juego que hacemos en terapia.
Las terapias son cortas, de 45 minutos, y por lo general, el profesional se encuentra con sus pacientes dos veces por semana. “Entonces es muy difícil que con ese tiempo cortito se logren grandes resultados, cumplir grandes objetivos, si no se le da una continuidad también desde la casa. O bien desde otras áreas, como puede ser la fonoaudiología, la psicología, la psicopedagogía. Siempre tratamos, aunque el juego o los materiales no sean los mismos, que los objetivos sí lo sean. Intentamos conformar un equipo de trabajo”, describió la profesional.
Si bien la tarea requiere tiempo, los objetivos se alcanzan. “Siempre va a haber diferencia entre el niño o el adulto que recibe terapia y aquel que no. Las expectativas, tanto de la familia como del profesional, pueden ser grandes y a veces es importante evaluar hasta dónde se puede trabajar”, concluyó.