¿Qué es una dieta sensorial? Ideas para consultar con tu terapista y ponerla en práctica de acuerdo con las necesidades de tu hijo.
Cuando hablamos de dieta solemos referirnos a la de los alimentos, para poner el cuerpo en armonía. Pero también existe una de otro tipo: la dieta sensorial, que puede ser de gran ayuda para equilibrar la respuesta a los estímulos.
Es absolutamente necesario consultar con un terapista ocupacional formado en integración sensorial que evalúe que tipo de estímulo necesita tu hijo. Y a partir de ahí, confeccionar la dieta más adecuada.
¿Qué es una dieta sensorial?
Esta clase de dieta es la que tiene que ver con el sistema sensorial, que repercute en el sistema motor y en el comportamiento, ya que depende de cómo se organiza y percibe la información de los sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto, propiocepción e información vestibular).
Distintas dietas para distintas necesidades
Según las necesidades sensoriales de tu hijo, tu terapista ocupacional te indicará implementar una dieta acorde. No existe una solución única, sino que depende de cada caso. A continuación, te acercamos algunas ideas para que consultes con tu profesional de referencia, clasificadas en tres grupos.
A. Para niños de ALTA respuesta sensorial
En este grupo, incluimos a los chicos a quienes las cosas les resultan demasiado fuertes, demasiado duras, demasiado pesadas, demasiado pegajosas, demasiado mojadas… ¡demasiado! Nos les gustan los lugares públicos bulliciosos ni los ruidos fuertes. ¿Qué puede tener una dieta sensorial para ellos?:
1. Un ambiente tranquilo: carpa, cueva, túnel, armario, etc.
2. Tapones de oídos.
3. Materiales suaves como almohadas, puffs, muñecos de tela, mantas de peso, etc.
4. Música serena de fondo e instrumentos de viento para hacer respiraciones profundas.
5. Lámparas de lava, tubos de burbujas o luces calmantes, cubrir o quitar luces brillantes.
6. Actividades artísticas como dibujar, pintar y tejer.
7. Masajes (presión profunda), chalecos de peso.
8. Aromaterapia relajante.
9. Historias o libros tranquilizantes, reafirmantes
10. Charlar sobre herramientas que los hagan sentir seguros.
B. Para niños con BAJA respuesta sensorial
Son los chicos que no escuchan su nombre cuando los llaman. Pierden o dejan caer cosas. No se quedan sentados a la mesa. Se encorvan, se caen. Son olvidadizos y desorganizados. Suelen perderse en las multitudes. No levantan su mano en clase y frecuentemente se dispersan. Una dieta para ayudarlos a estar alerta puede incluir:
1. Listas, pistas y recordatorios visuales.
2. Asientos y soportes para ayudarlos a estar en una postura erguida (cuñas, asientos firmes, soportes de espalda).
3. Metrónomos y temporizadores.
4. Tareas que requieran coordinación mano-ojo.
5. Música de tambores o guitarra para alentar el ritmo.
6. Actividades artísticas como pintar, cortar y construir.
7. Recorridos de obstáculos para fomentar la coordinación y planeamiento motor.
8. Pelotas terapéuticas, tablas de balanceo, trepar escaleras para promover el equilibrio.
9. Pesos, bandas de resistencia, pelotas y masas.
10. Deportes como karate, escalada, caminatas y ciclismo.
C. Para niños que buscan estímulos sensoriales
Nos referimos a los chicos que constantemente buscan tocar, empujar, tirar, agarrar, gritar, saltar, morder y estar en movimiento. No saben cómo usar su energía apropiadamente. Aman el recreo y la competencia. Su dieta sensorial puede tener:
1. Límites, reglas y directivas claras.
2. Asientos y soportes que les permitan moverse sin distracciones: silla-pelota, tabla de equilibrio.
3. Presión o chalecos de peso para calmar.
4. Pelotas pesadas o tareas dirigidas a organizar sus músculos y movimientos.
5. Recorridos de obstáculos para alentar coordinación y planeamiento motor.
6. Coordinación ojo-mano para equilibrar mente y cuerpo.
7. Instrumentos de viento, burbujeros, yoga o canto para fomentar la respiración profunda.
8. Actividades artísticas que requieran trabajo pesado: escultura, trabajos en madera.
9. Ejercicios diarios de estiramiento relajante.
10. Deportes como karate, escalada, caminata, ciclismo, natación, triatlón y gimnasia.
Te recordamos que estas clasificaciones no son estrictas, son una ayuda que puede servirte como guía. La clave es entender cuáles son las necesidades de tu hijo y trabajarlas junto a un terapista ocupacional formado en integración sensorial.