Zoom de Lengua a las 9, hay que hacer la cama para que no se vea el lío de sabanas como fondo de pantalla. Mientras, pava eléctrica ya puesta, ¿tostadas? – pregunto. Alguien quiere te, otro mate cocido y otro café. Sacar los pijamas, cambio de pañal, cepillados de dientes y listas para sentarse a enfrentar las rutinas del día.
Seguimos con el lavado de la pila de platos de la noche anterior. Sesión de terapia ocupacional, sesión de fono y Sofy cuenta qué quiere comprarse con la plata que le trajo el Ratón Pérez a pesar de haberse tragado el diente. Clase arte de Clara “mama ¡necesito pintura, agua y pinceles¡, y yo rezando que no se vuelque todo en el escritorio.
Ya llego el mediodía y todavía no me senté a trabajar. Computadora en una mano, teléfono en la otra tratando de hacer una transferencia. A comer rápido porque a las 14 hay otro zoom. De vuelta sentadas. Basta de dar vueltas. “Concentrate”, “seguí la clase”, “no te pares más”.
Llegó la hora de la merienda y la mas chica espera con ansias las 17hs para ir a jugar en la computadora. ¿Alguna idea para la cena? Que tentación el imán que esta pegado en la heladera, seguimos con la culpa, pero hoy sí que salen fideos. Hora de bañarse. Pijamas listos. El canasto de la ropa sucia rebalsa, el perro no deja de ladrar porque quiere comer. Se hace tarde para ir a dormir. ¿Quién duerme a Sofy hoy, papá o mamá? ¿Ma, leemos un cuento?
Este es un típico día en tiempos de pandemia. La cuarentena está resultando interminable y a veces las horas del día no alcanzan para resolver todo lo que “hay” que hacer.
Como adultos gestionamos nuestras emociones y estados de ánimo porque contamos mas recursos que nos permiten manejar el enojo, el cansancio o ansiedad, entre otras sensaciones muy comunes en este aislamiento.
Pero… ¿qué pasa con los chicos? ¿Quién armoniza por ellos? ¿Cómo ayudarlos a auto-regularse? Y sobretodo, como ayudamos a los chicos que tienen dificultades de integración sensorial.
Por eso, le consultamos a la TO Lic. Manuela Juana para que nos aporte algunos tips interesantes que ayude a los chicos a surfear este momento de aislamiento y de stress familiar.
Estamos expuestos a muchos estímulos
Tener hambre, escuchar el ruido de la máquina de cortar el pasto, tener que prestar atención a los horarios de los zooms del colegio y de las terapias, estar incómodos en la silla para hacer la tarea, oler la comida de la cocina… El sistema nervioso central esta expuesto a una gran cantidad de estímulos que debe organizar para, por ejemplo, no llorar por hambre, no encerrarnos en un cuarto para no escuchar ruidos o para dejar de movernos constantemente ante la ansiedad que genera tanto caudal de zooms.
La integración sensorial es el proceso neurológico que integra y organiza las sensaciones del cuerpo y del entorno para tener una conducta apropiada, es decir, estado de regulación. Y para muchos chicos y chicas esto constituye un real desafío.
¿Cómo hacer para que los chicos alcancen esa regulación?
Para ayudarlos a alcanzar esa regulación existen algunas estrategias que podemos poner en práctica: agendas visuales para organizar las actividades del día y bajar los niveles de ansiedad, permitir “recreos” de movimiento, habilitar tiempos libres con juegos y juguetes que les interesen, delimitar el espacio para la tarea o para conectarse a las clases virtuales y, por supuesto, ofrecer objetos que colaboren directamente con su auto-regulación.
Estos últimos actúan sobre dos grandes sistemas del cuerpo: el sistema propioceptivo – recibe información sobre la posición y el movimiento de las partes del cuerpo entre sí y en relación a su base de soporte- y el sistema vestibular -relacionado con el equilibrio y el control espacial.
Ambos son grandes moduladores de la conducta y muy buenos aliados en momentos de alta presión porque al convocarlos, logramos activar el sistema parasimpático a través del nervio vago. Esto nos traslada a un estado de calma y relajación que permite centrarnos y obtener un mejor desempeño en rutinas diarias.
Algunos de los elementos que ayudan a modular y que trabajan directamente sobre ambos sistemas son: chalecos, mantas y falderas con peso (siempre consultar antes con la terapeuta a cargo del tratamiento para definir el peso y el tiempo de uso que el niño necesita), remeras y sábanas de compresión, laberintos con peso, geles anti stress y mordillos de mano, colgantes o para lápices. En algunos casos también ayudan muchos los auriculares para evitar la saturación auditiva que pueda llegar a haber en la casa y favorecer la concentración.
Y siempre es importante que un/a profesional especialista en el tema nos ayude a elegir cuál o cuáles herramientas son convenientes para los chicos y en qué situación presentarlos para actuar sobre la necesidad concreta que tienen, y así lograr atravesar esta situación de encierro lo mejor posible.
Dado lo inusual de este aislamiento, de un modo u otro nos vimos impactados y tuvimos que modificar muchas rutinas establecidas. Esperemos que estas estrategias sean un pequeño granito de arena para sortear los grandes desafíos que hoy las familias gestionamos puertas adentro de nuestras casas.