En los últimos días recibimos varias consultas de padres que desconocían los motivos de uso de nuestros chalecos de peso diseñados para niños/as con trastorno del procesamiento sensorial. Esto nos impulsó a buscar una opinión profesional que brinde mayor información acerca de este recurso terapéutico. Acudimos a conversar con Julia Bracco, licenciada en Terapia Ocupacional, con formación en integración sensorial. Se desempeña como secretaria de la comisión directiva de la Asociación de Integración Sensorial Argentina (AISA) y también integra la Asociación Argentina de Terapistas Ocupacionales (AATO).
¿Por qué un terapista ocupacional con formación en integración sensorial podría recomendar el uso de un chaleco de peso diseñado para niños/as con trastorno del procesamiento sensorial?
El trastorno del desorden de modulación es una las dificultades que se le presentan a los niños en su diagnóstico. Esto los lleva a mostrarse muy activos en algunas situaciones donde uno consideraría más oportuno la calma. En ese caso se ha recomendado el chaleco para escuelas y para ciertos momentos del hogar, como puede ser una comida o el momento de ver televisión, en los que se necesita más quietud. El peso es calmante y le aporta un mayor registro interno que el niño no tiene de su cuerpo. Por otro lado, para los chicos con trastornos de modulación hiper-responsivo, que cuentan con mayor sensibilidad principalmente al tacto, el chaleco les brinda la posibilidad de sentir su cuerpo más calmado y menos irritado. Este recurso externo, con peso firme que además ayuda a estabilizar el torso, brinda un registro más apropiado que lo que podría ser una mano. Porque en realidad para ayudar al niño a calmarse y a relajarse lo ideal es la contención de los padres, un abrazo o hasta una mascota. Además de los chalecos también se pueden usar mantas. También hay padres que optan por llevarlos a la cama y ponerles almohadones y frazadas pesadas.
¿Cuánto tiempo convendría usarlos?
Personalmente no tengo del todo claro el tiempo de uso. Considero que hay una adecuación que es lo que cualquiera puede esperar. Por lo tanto conviene ir midiendo e ir analizando en qué situación al niño le viene bien. En mi opinión, no se lo pondría más de veinte minutos, pero depende de cómo resulte en cada caso. Lo que se sabe es que el peso del chaleco debe ser de un diez por ciento del peso de quien lo usa.
¿Cómo ayuda al sistema propioceptivo?
Principalmente ayuda a tener más registro. La otra cara de este trastorno son niños que tienen bajo registro sensorial, lo que se denomina hipo-responsivo. En ese caso, el peso puede brindarles la posibilidad de activarse más, de estar más atento al entorno y a lo que se le propone. También puede desarrollarse esto con mochilas de peso.
¿Cuáles son las patologías que complejizan el sistema sensorial de un niño?
El diagnóstico tiene que ver con trastornos del desorden de modulación y de procesamiento sensorial. También hay chicos que tienen trastorno del espectro autista (TEA), otros con retrasos dentro de lo motor o con cuestiones de atención y del comportamiento. Siempre un diagnóstico temprano hace que todo sea más fácil.
¿Qué le dirías a una madre o un padre que a lo mejor le hace ruido ponerle un chaleco con peso a su hijo?
Les diría que lo tienen ver como una estrategia, como podría ser el caso de una persona que necesita usar anteojos. Se trata de un recurso a largo plazo. Hay que pensar en los niños y no en el objeto en sí.
*Estudió en la ex Escuela Nacional de Terapia Ocupacional (ENTO), en 2009 terminó la licenciatura en la Universidad de San Martín y desde 2004 realiza cursos para especializarse en formación en integración sensorial.

